De las cenizas a la libertad: el renacer después de la maternidad de una mamá Cenicienta
- Andreina Urbina

- May 19
- 3 min read
Updated: Aug 14

"Nadie espera ir de la universidad de nuevo a la escuela… pero eso me pasó cuando fui mamá."
Durante años seguimos una lógica: crecer, estudiar, avanzar, lograr cosas. Pero la maternidad, a veces, interrumpe ese camino con una fuerza imprevisible. Y no siempre para detenerte, sino para transformarte por completo.
Este es el relato de cómo viví mi renacer después de la maternidad: un proceso caótico, solitario y lleno de aprendizajes, que me devolvió a mí misma.
Antes del Renacer , llegó el caos de la maternidad
![]() | Antes de ser madre, vivía en Venezuela. Tenía un trabajo, familia cerca y una red de apoyo que me permitía funcionar con estabilidad. Pero todo cambió cuando, junto con la maternidad, llegó también la migración. Me mudé a Estados Unidos, y lo que antes era comodidad se transformó en empezar de cero… completamente sola. En solo dos años tenía dos niños pequeños, y todos los cuidados recaían sobre mí. No había descanso. Mis días eran un ciclo constante de pañales, comidas, baños, meriendas y limpieza. No había tiempo para pensar, y mucho menos para sentirme yo misma. A eso se sumaba un sentimiento constante de supervisión. Mi esposo, cuya experiencia en la industria petrolera era buscar puntos de mejora, no lograba diferenciar entre el trabajo y el hogar. Era como si ser mamá necesitara un manual de instrucciones… y alguien que lo corrigiera. Como era de esperarse, mi autoestima bajó y mi autoimagen se desvaneció. |
Me sentía como mamá Cenicienta: atrapada, sola, invisible

Me vi convertida en una versión moderna de Cenicienta:
“Los niños como mis hermanastras, los quehaceres que nunca faltaban, y mi pareja como una madrastra que no comprendía lo que pasaba en mi interior.”
Sabía que algo no estaba bien, pero no me sentía con derecho a cambiarlo. Después de todo, ¿no es mi deber como madre cuidar de ellos? ¿No es el rol de un padre salir a trabajar y preguntar cómo van las cosas?
Y sin embargo, algo en mí lloraba en silencio. Lloraba por la vida que había perdido, por la mujer que había dejado atrás. Extrañaba la versión de mí que soñaba, que elegía, que se sentía libre. Era como si la maternidad me hubiera arrebatado todo… incluso mi identidad.
Pero como en el cuento, mis lágrimas regaban algo
En la historia original de Cenicienta, sus lágrimas de tristeza por haber perdido a su madre regaban un árbol que, con el tiempo, le trajo esperanza. Y algo parecido me pasó a mí.
Mis lágrimas, mi dolor, mi cansancio… empezaron a regar una semilla invisible dentro de mí. Una que, poco a poco, empezó a florecer.
No fue mágico. No hubo hada madrina.
Fue un proceso consciente, lento, incómodo… pero profundamente liberador.

El momento de sacudirme las cenizas
Un día, algo hizo clic. Me pregunté:
¿Es esto lo que quiero que mi hija vea como normal?¿Estoy criando desde el amor o desde la renuncia?
La respuesta fue tan clara como dolorosa. Estaba criando desde el vacío. Y no quería eso para ella.
Tampoco para mí.
Entonces comencé a hacer pequeños cambios:
✅ Empecé a poner límites, aunque incomodaran.
💬 A expresar mis emociones sin pedir permiso.
👥 A repartir responsabilidades dentro del hogar.
🪞 A recordarme cada día que yo también importo.
Sí… sacudirme las cenizas hizo que otros también se llenaran de polvo.
Pero lo hice igual. Porque mis hijos necesitan: Una mamá feliz. Una mamá que se honra. Una mamá que se valida.
Y yo decidí ser esa mamá.
Tu príncipe no está afuera. Está dentro de ti.
Nos vendieron la idea de que alguien más vendrá a salvarnos.
Pero no. La única que puede ponerse el zapato eres tú misma.
“Tú eres la princesa y el príncipe. Tú eres la respuesta que estás esperando.”
El día que entendí eso, dejé de buscar fuera la validación. Y comencé a construir una vida que me hace feliz, una vida en la que mi hija ve a una mujer que se elige todos los días.
Herramientas que me ayudaron a renacer
🌸 Un mensaje final para ti, mamá Tu “príncipe” no está allá afuera. Está dentro de ti. Tú eres quien puede calzarte el zapato, levantarte del piso y volver a bailar con la vida. No sigas renunciando a ti misma en nombre del amor. 💛 Amarte también es amar mejor a los demás. ✨ Si estás en un momento donde sientes que perdiste el rumbo, recuerda esto: ▸ No es el final. ▸ Es el inicio de una nueva versión de ti misma. 🌱 Esa versión, aunque se haya construido entre lágrimas, cansancio y cenizas… va a brillar más fuerte que nunca.
👉 ¿Quieres compartir tu historia conmigo o con otras mujeres que también están renaciendo?
💬 Te leo en los comentarios o en mis redes. 📤 Si esta historia te hizo bien, compártela. Nunca sabes a qué otra mamá puedes estar ayudando. 💛 |
|---|


















Comments